50 años de la Revolución de los Claveles: del fin de la dictadura al regreso de la ultraderecha en Portugal

Hace medio siglo, la democracia y la libertad llegaron a Portugal. Recorremos los pasos de esos jóvenes e idealistas militares que el 25 de abril de 1974 dieron la estocada final al salazarismo sin derramar una sola gota de sangre.

Textos e investigación: Jara Atienza
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Hay momentos en la Historia que tienen su propia banda sonora, como el 25 de abril de 1974, día en el que Portugal dijo adiós a la dictadura más longeva del siglo XX en Europa occidental. Ese jueves de primavera un puñado de jóvenes militares se levantaron contra el régimen ultraconservador que llevaba 40 años pisoteando las libertades de la sociedad lusa.

Han pasado cincuenta años y la canción Grândola, Vila Morena del cantautor José Afonso, prohibida por el sistema autoritario que António de Oliveira Salazar instauró en 1926, sigue considerándose un canto a la libertad. Como un himno, cada año resuena en las festividades con las que el país conmemora la revolución pacífica que cambió el porvenir de Portugal. Este 2024, sin embargo, un ruido empañará la celebración: el renacer de la extrema derecha, que por primera vez en medio siglo de democracia ha conseguido colocarse casi a las puertas del poder.

En las últimas décadas, parecía que la experiencia de la dictadura había vacunado a la política portuguesa de los populismos que poco a poco han ido emergiendo e instalándose en Europa y, en general, en todo el mundo. No obstante, en las elecciones legislativas del pasado mes de marzo, el partido ultra Chega! (que significa Basta!, en español) rompió con el tradicional bipartidismo y se convirtió en la tercera fuerza política del país con más de un millón de votos.

Con un discurso a menudo tildado de xenófobo, islamófobo y tradicionalista, Ventura niega ser un nostálgico de la dictadura, pero en varias ocasiones ha acuñado el lema de “Dios, Patria y Familia”. La doctrina bajo la que se fundó el régimen autoritario del Estado Novo y cuyos valores fueron extirpados de cuajo hace cincuenta años.

El ocaso del Estado Novo

La dictadura salazarista se derrumbó el 25 de abril de 1974, pero sus cimientos llevaban ya tiempo pudriéndose. En agosto de 1968, António de Oliveira Salazar llevaba 36 años al mando de Portugal. Tres décadas y media en las que el dictador luso –un catedrático de Economía de la Universidad de Coimbra al que, tras un golpe militar, se le había encargado la jefatura del Gobierno para tratar de poner fin a la inestabilidad económica y política que había caracterizado la República durante 15 años– había conseguido afianzar un sistema de corte autoritario y personalista.

El salazarismo, también conocido como Estado Novo, compartía algunas características con los totalitarismos de Italia y Alemania, pero la postura de neutralidad exterior adoptada por Salazar garantizó la supervivencia del régimen después de la Segunda Guerra Mundial. Le permitió incluso ingresar en la OTAN pese a la evidente falta de libertades que había en Portugal. Entre otras cosas, porque Salazar trató de tapar su dictadura con un manto de apariencia democrática y creó unas instituciones que simulaban la división de poderes.

Primeros ministros, presidentes de la República y jefes de la policía secreta durante el Estado Novo (1933 -1974)
Primeros ministros, presidentes de la República y jefes de la policía secreta durante el Estado Novo (1933 -1974)

Mientras, en casa, se reprimía y castigaba cualquier oposición interna con ayuda de la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), la violenta policía política encargada de silenciar a comunistas y anticolonialistas. Bajo la jefatura del agente secreto Agostinho Lourenço, quien llegó a ser jefe de la Interpol en los años 60, la temida PIDE cometió asesinatos, torturas y vejaciones a decenas de miles de personas dentro y fuera del país. Se calcula que más de 30.000 portugueses fueron torturados y encarcelados durante la dictadura. De ellos, unos 2.500 fueron presos políticos.

Sombrío, calculador, ultraconservador y poco carismático, Salazar llevó una vida relativamente austera. Apenas comparecía en público y salía poco de su residencia en el Palacio de São Bento (sede actual del Parlamento Portugués). Además, a pesar de tener el imperio más grande del mundo en esa época, se dice que sólo viajó fuera de Portugal una vez durante su gobierno y fue para reunirse con Francisco Franco en España.

En verano del 68, el principio del fin del salazarismo llegó de la manera menos esperada. Un día, el caudillo esperaba en su residencia en Estoril (a 30 km de Lisboa) para que su callista de confianza le tratase los pies cuando se cayó de la silla de lona y se golpeó la cabeza. Un incidente aparentemente inocuo que, sin embargo, meses después le provocó un derrame cerebral. Salazar pasó por quirófano, quedó en coma y poco después despertó milagrosamente. Pero ya nunca volvería a ser el mismo. Sin apenas memoria y con dificultades para moverse, en septiembre fue sustituido por el también profesor Marcelo Caetano, que fue nombrado presidente del Consejo de Ministros. Salazar, que entonces tenía 79 años, jamás llegaría a enterarse de ese cambio.

Hasta su muerte en 1970, el entorno de Salazar montó una farsa descomunal para que el dictador no supiera que ya no lo era. Según explica el periodista italiano Marco Ferrari en su libro La increíble historia de António Salazar, el dictador que murió dos veces (Debate, 2022), el engaño llegó tan lejos que cada día se le imprimía un ejemplar especial del periódico sin referencias a Caetano. Incluso se llegaron a grabar programas de radio y de televisión en los que Salazar todavía aparecía con el único líder de Portugal.

Pasado colonial

Marcelo Caetano asumió la jefatura del Gobierno con 62 años. Y, a pesar de que introdujo algunas reformas que le diferenciaban de su sucesor, como la disolución de la PIDE y su sustitución por la Dirección General de Seguridad (DGS), mantuvo una política continuista. Por entonces, el régimen ya estaba muy desgastado, en parte por su empecinamiento en conservar a toda costa un imperio colonial que comenzaba a resquebrajarse. Entre 1961 y 1964, en los territorios africanos de Angola, Mozambique y Guinea-Bisáu, nacieron los movimientos armados de liberación que buscaban independizarse de Portugal.

Colonias portuguesas en África en el año 1974 y guerras por su independencia

Combatir contra esas guerrillas disparó el gasto militar y la economía lusa comenzó a tensionarse. Centenares de miles de soldados fueron enviados a los territorios de ultramar para pelear contra unas milicias que, apoyadas por las potencias comunistas y algunos países no alineados, parecían implacables. Fue en el fracaso de esas guerras coloniales donde se engendró el Movimiento de las Fuerzas Armadas (conocida como MFA), una organización político-militar formada por soldados que habían visto con sus propios ojos lo que se vivía en sus colonias y cuyo objetivo era acabar con el Estado Novo.

“Es allí [en su lucha contra las guerrillas] donde los capitanes se enfrentaron a la mayor tragedia de un militar en combate: descubrir que pertenece al bando opresor y que defiende una causa injusta. Esto, unido a la convicción de que aquella guerra estaba perdida y que ellos serían el chivo expiatorio de la derrota, incentivó su levantamiento”, escribe la periodista Tereixa Constenla en su libro Abril es un país (Tusquets, 2024). Así, en abril de 1974, un grupo de jóvenes capitanes tomaron las calles de Portugal para derribar la dictadura.

El 25 de abril

Durante nueve meses, el mayor de artillería Otelo Saraiva de Carvalho diseñó el golpe militar que llevaría el nombre de Operación Viraje Histórico. Un movimiento que contemplaba el asalto a cuarteles generales en Lisboa y Oporto, a los medios de comunicación y a los aeropuertos. En marzo, un grupo de oficiales del MFA intentó llevar adelante el levantamiento desde Caldas de la Reina (una localidad a 90 kilómetros de Lisboa) con el objetivo de marchar hacia la capital. El golpe fracasó y un desconfiado Marcelo Caetano inició una campaña de espionaje y purgas dentro del propio Ejército.

Así, varios capitanes de la élite que estaban dentro de la conspiración, fueron trasladados a las islas Azores, entre ellos Vasco Lourenço. También el subjefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas y uno de los militares de más alto rango que participaron en la insurrección, António de Spínola, fue cesado de su cargo después de publicar Portugal y el futuro, un libro en el que criticaba la senda militar tomada por el Gobierno para acabar con los conflictos en las colonias lusas.

Principales figuras del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), movimiento militar opuesto a la dictadura y a las guerras coloniales en Portugal

Nada de eso frenó un segundo golpe –coordinado esta vez en todo el territorio nacional–, que arrancó la noche del 24 de abril, cuando un puñado de militares, la mayoría de ellos cansados de morir y matar en unas guerras coloniales que les parecían absurdas, encendieron la radio para escuchar la primera señal.

A las 22:55, E depois do Adeus, una canción de desamor de Paulo Carvalho, que unas semanas antes había quedado en penúltima posición en el Festival de Eurovisión, sonó en las Emisoras Asociadas de Lisboa. Era la consigna pactada entre los capitanes de abril para que las tropas se prepararan para alzarse al mismo tiempo en todo el país sin despertar sospechas.

A las 00:20, otra melodía, Grândola, Vila Morena, del perseguido músico José Afonso (conocido popularmente como Zeca), se emitió en la emisora católica Rádio Renascença, gracias a la colaboración del periodista Carlos Albino, que se saltó todas las normas para que la revolución tomase las calles. Al escuchar esa segunda señal, los líderes del levantamiento pusieron en marcha a sus hombres y salieron de los cuarteles, desde Santarém, Vendas Novas y Estremoz.

Movimientos de las fuerzas revolucionarias y leales al régimen en el entorno de Lisboa en la madrugada del 25 de abril de 1974

Salgueiro Maia

El capitán de caballería Fernando Salgueiro Maia, que apenas contaba con 29 años y que se convirtió en uno de los héroes de abril más reconocidos, escuchó Grândola, Vila Morena desde la Escuela Práctica de Caballería en Santarém, a unos 80 kilómetros de Lisboa. Despertó y convocó a los 240 hombres que tenía a su cargo y trató de convencerlos para que se unieran voluntariamente a la revolución con un discurso que ha pasado a la historia. Al menos, algunos de sus fragmentos: “Señores, hay tres tipos de organización de los Estados: el Estado socialista, el Estado comunista y el estado al que hemos llegado. Os propongo terminar con el estado al que hemos llegado”.

Ninguno de los soldados se quedó en el cuartel. Sobre las tres de la madrugada, una columna de diez blindados, doce camiones, dos ambulancias y un jeep partió desde Santarém hacia el corazón de Lisboa. ¿El objetivo? Tomar Terreiro do Paço –estratégica plaza abierta al mar que albergaba la sede del Gobierno civil y algunos ministerios–, el Banco de Portugal y la sede de Rádio Marconi.

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06:00h

Terreiro do Paço

De camino, la hilera de tanques, que avanzaba dispuesta a derrocar la dictadura, se paró al llegar al cruce entre las calles Campo Grande y Cidade Universitária, a las puertas de la ciudad. Un semáforo se había puesto en rojo. Molesto por la situación (y el ridículo), el capitán ordenó avanzar y no parar hasta llegar a su destino. “Una revolución no se para por un semáforo en rojo”, se dice que le reprochó Salgueiro Maia al conductor del primer vehículo. Sobre las 6:00, las tropas del Movimiento de las Fuerzas Armadas lideradas por Salgueiro Maia llegaron a Terreiro do Paço.

Un agente de la Policía de Seguridad Pública se pone a las órdenes del capitán Salgueiro Maia. Alfredo Cunha Un agente de la Policía de Seguridad Pública se pone a las órdenes del capitán Salgueiro Maia. Alfredo Cunha
Un agente de la Policía de Seguridad Pública se pone a las órdenes del capitán Salgueiro Maia. Alfredo Cunha
Los tropas de la Escuela Práctica de Caballería toman la Plaza del Comercio. Alfredo Cunha Los tropas de la Escuela Práctica de Caballería toman la Plaza del Comercio. Alfredo Cunha
Los tropas de la Escuela Práctica de Caballería toman la Plaza del Comercio. Alfredo Cunha
Soldado en la Plaza del Comercio. Son las 7 de la mañana del 25 de abril. Eduardo Gageiro Soldado en la Plaza del Comercio. Son las 7 de la mañana del 25 de abril. Eduardo Gageiro
Soldado en la Plaza del Comercio. Son las 7 de la mañana del 25 de abril. Eduardo Gageiro

Un pelotón del 7º Regimiento de Caballería del Ejército tardó poco en llegar a la céntrica plaza con la misión de sofocar la rebelión. En un giro inesperado de guion, las unidades leales a Caetano comenzaron a rendirse o a cambiar de bando.

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07:00h

Avenida Ribeira das Naus

Al ver que no pasaba nada, el Ejército del régimen taponó con cuatro carros de combate M47 el acceso a las dos vías principales que daban acceso a la plaza: por la Avenida Ribeira das Naus y la Rua do Arsenal. En la primera de ellas, el mayor Pato Anselmo, al cargo de dos de los blindados, negoció directamente su rendición con Salgueiro Maia al ver que los rebeldes no tenían una actitud beligerante.

El mayor Pato Anselmo (derecha) y Salgueiro Maia (a su izquierda) negocian en la Avenida Ribeira das Naus. Eduardo Gageiro El mayor Pato Anselmo (derecha) y Salgueiro Maia (a su izquierda) negocian en la Avenida Ribeira das Naus. Eduardo Gageiro
El mayor Pato Anselmo (derecha) y Salgueiro Maia (a su izquierda) negocian en la Avenida Ribeira das Naus. Eduardo Gageiro
Salgueiro Maia (izquierda) y Maia Loureiro (centro) celebran que el Séptimo Regimiento de Caballería se había sumado a la Revolución. Eduardo Gageiro Salgueiro Maia (izquierda) y Maia Loureiro (centro) celebran que el Séptimo Regimiento de Caballería se había sumado a la Revolución. Eduardo Gageiro
Salgueiro Maia (izquierda) y Maia Loureiro (centro) celebran que el Séptimo Regimiento de Caballería se había sumado a la Revolución. Eduardo Gageiro
El vehículo militar ‘Chaimite’ toma posiciones frente al Muelle de las Columnas, con la fragata ‘Gago Coutinho’ al fondo. Alfredo Cunha El vehículo militar ‘Chaimite’ toma posiciones frente al Muelle de las Columnas, con la fragata ‘Gago Coutinho’ al fondo. Alfredo Cunha
El vehículo militar ‘Chaimite’ toma posiciones frente al Muelle de las Columnas, con la fragata ‘Gago Coutinho’ al fondo. Alfredo Cunha

En ese ir y venir de tanques, un joven becario del periódico O Século, Alfredo Cunha, permanecía agazapado detrás de un coche registrando todo lo que sucedía con su cámara… hasta que Salgueiro Maia le vio y le espetó: “¿A ver, qué haces ahí escondido? Si estás en contra del régimen, estás en el sitio correcto, y si estás a favor, lo mejor es que te pires a otra parte. Pero no te escondas, que lo que estamos haciendo es para que la gente pueda caminar libremente”. Se levantó y se convirtió en la sombra del capitán. “Donde iba él, yo iba detrás”, recuerda en una entrevista de Joana Rei para este periódico. Más tarde, sus fotografías en blanco y negro se convertirían en uno de los más populares iconos de la Revolución de los Claveles.

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10:00h

Rua do Arsenal

En la calle paralela, en Rua do Arsenal, la situación se mantuvo tensa durante varias horas. El general de brigada Junqueira dos Reis, al ver que Salgueiro Maia se acercaba a sus tropas empuñando un pañuelo blanco dio la orden a su subordinado, el alférez Fernando Sottomayor, de disparar. Éste, sin embargo, se negó y fue arrestado.

Enfurecido, el general dejó su puesto de control para aproximarse en persona a uno de sus carros de combate y dar él mismo la órden. Pero tampoco tuvo éxito: el cabo José Alves Costa, oficialmente bajo el mando de Sottomayor, se negó a disparar, cerró la escotilla y se encerró dentro del blindado que conducía.

Salgueiro Maia (izquierda) vuelve a la Plaza del Comercio tras parlamentar con el brigada Junqueira dos Reis Salgueiro Maia (izquierda) vuelve a la Plaza del Comercio tras parlamentar con el brigada Junqueira dos Reis
Salgueiro Maia (izquierda) vuelve a la Plaza del Comercio tras parlamentar con el brigada Junqueira dos Reis
Cara a cara entre tanques de las fuerzas revolucionarias y leales al régimen en la Rua do Arsenal Cara a cara entre tanques de las fuerzas revolucionarias y leales al régimen en la Rua do Arsenal
Cara a cara entre tanques de las fuerzas revolucionarias y leales al régimen en la Rua do Arsenal

Desautorizado y al borde de la desesperación, Junqueira dos Reis caminó hasta la calle paralela y ordenó a los cabos que abrieran fuego contra las tropas sublevadas. Nadie le hizo caso y acabó arrestado por el MFA, que acababa de completar su misión y aguardaba nuevas órdenes.

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12:00h

Rossio

Sobre las 11:00, Salgueiro Maia recibió órdenes del puesto de mando de Pontinha, desde donde Saraiva de Carvalho controlaba toda la operación, para que las tropas se dirigiesen hasta Largo do Carmo. Allí se había atrincherado Marcelo Caetano, presidente del Consejo de Ministros y heredero de Salazar, junto a varios miembros de su Gobierno, entre ellos Américo Thomaz, el presidente decorativo de la dictadura.

La columna militar que había salido de Santarém avanzó entonces por la Baixa (el centro histórico de Lisboa). Por el camino fueron sumándose militares que apoyaron la revuelta, pero también ciudadanos de a pie que desoyeron las recomendaciones de quedarse en casa y se unieron, entusiasmados, al movimiento.

Celeste Caeiro coloca un clavel en el fusil de un soldado en la Plaza del Rossio Celeste Caeiro coloca un clavel en el fusil de un soldado en la Plaza del Rossio
Celeste Caeiro coloca un clavel en el fusil de un soldado en la Plaza del Rossio
Un tanque avanza por la rua Garrett en dirección al Lago do Carmo Un tanque avanza por la rua Garrett en dirección al Lago do Carmo
Un tanque avanza por la rua Garrett en dirección al Lago do Carmo

Aunque la sublevación sacudió toda la capital, fue en la céntrica plaza de Rossio, justo al inicio de Largo do Carmo, donde la revolución floreció. Literalmente. Mientras los tanques esperaban para dar los siguientes pasos, una mujer, Celeste Caeiro, fue interpelada por un soldado. "¿Tiene un cigarrillo?", le preguntó. Apurada, esta camarera de 40 años le dijo que no fumaba, pero dispuesta a ayudar en lo que fuese le ofreció un clavel rojo. El soldado lo colocó en la boca de su fusil.

Así, Caeiro fue repartiendo uno a uno los claveles rojos y blancos que llevaba encima a todos los militares con los que se cruzaba. “Le ofrecí otra a otro soldado y lo aceptó, y luego otro y luego otro. Fue una alegría muy grande. Estaba muy contenta cuando los vi cruzar la plaza con los claveles. Fue una sensación que no se puede explicar”, dijo años más tarde en una de sus últimas entrevistas.

El gesto se convirtió en un símbolo del pacifismo de la revolución. Sólo cuatro personas murieron durante aquel día frente a la sede de la policía política que abrió fuego contra la multitud que rodeaba el edificio. Ese fue el único contrapunto violento de la jornada, que a ratos parecía más una fiesta popular que un golpe militar.

5
13:45h

Largo do Carmo

Al llegar frente a Largo do Carmo, los revolucionarios se encontraron con miles de ciudadanos esperando a ver cómo caía el régimen. Megáfono en mano, a las 13:45, el capitán Salgueiro Maia dio un primer ultimátum a Marcelo Caetano y todos los que se escondían con él dentro del cuartel. No hubo reacción. A las 15:25, un nuevo ultimátum, esta vez de diez minutos. Tampoco hubo respuesta y a las 15:35, una ráfaga de disparos impactó en la puerta del edificio. Consciente de que no tenía escapatoria, Caetano anunció su rendición a las 17:00.

Salgueiro Maia (derecha), megáfono en mano, da un ultimátum a los miembros del régimen atrincherados en el cuartel del Largo do Carmo Salgueiro Maia (derecha), megáfono en mano, da un ultimátum a los miembros del régimen atrincherados en el cuartel del Largo do Carmo
Salgueiro Maia (derecha), megáfono en mano, da un ultimátum a los miembros del régimen atrincherados en el cuartel del Largo do Carmo
Salgueiro Maia y Maia Loureiro en la puerta abierta del cuartel del Largo do Carmo tras la rendición de Marcelo Caetano. Mario Varela Gomes Salgueiro Maia y Maia Loureiro en la puerta abierta del cuartel del Largo do Carmo tras la rendición de Marcelo Caetano. Mario Varela Gomes
Salgueiro Maia y Maia Loureiro en la puerta abierta del cuartel del Largo do Carmo tras la rendición de Marcelo Caetano. Mario Varela Gomes
Salgueiro Maia subido en un ‘Chaimite’ en la puerta del cuartel del Largo do Carmo Salgueiro Maia subido en un ‘Chaimite’ en la puerta del cuartel del Largo do Carmo.
Salgueiro Maia subido en un ‘Chaimite’ en la puerta del cuartel del Largo do Carmo.

Escoltado en un coche blindado se dirigió al aeropuerto, desde donde viajaría a Madeira y luego a Brasil, donde viviría en el exilio hasta su muerte. Antes de abandonar el cuartel de Largo do Carmo, Caetano transfirió el poder a António de Spínola, uno de los generales más prestigiosos del Ejército y exgobernador de Guinea-Bisáu que había apoyado al Movimiento de las Fuerzas Armadas.

Un soldado retira un retrato del exprimer ministro António de Oliveira Salazar de la sede de la policía secreta en Lisboa el 26 de abril. Eduardo Gageiro Un soldado retira un retrato del exprimer ministro António de Oliveira Salazar de la sede de la policía secreta en Lisboa el 26 de abril. Eduardo Gageiro
Un soldado retira un retrato del exprimer ministro António de Oliveira Salazar de la sede de la policía secreta en Lisboa el 26 de abril. Eduardo Gageiro
Los retratos de los exprimeros ministros Salazar y Caetano, retirados de la sede de la policía secreta. Alfredo Cunha Los retratos de los exprimeros ministros Salazar y Caetano, retirados de la sede de la policía secreta. Alfredo Cunha
Los retratos de los exprimeros ministros Salazar y Caetano, retirados de la sede de la policía secreta. Alfredo Cunha

Una transición convulsa

Así echó a andar la democracia portuguesa, que daría sus primeros pasos con torpeza. Cerrado de una vez por todas el largo capítulo del salazarismo, se puso en libertad a los presos políticos, se aceptó la pluralidad de ideas y de partidos, el PIDE se disolvió, se acabaron las persecuciones por ideología y se puso fin a las guerras en África tras un espinoso debate político que culminó con la independencia Guinea-Bisáu, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Angola y Mozambique. Soplaban vientos de cambio en Portugal, pero el país, que atravesaba una profunda crisis económica, tardaría aún un par de años en encontrar la estabilidad.

El día después de la revolución, el 26 de abril de 1974, António de Spínola convocó la Junta de Salvación Nacional, un órgano diseñado por el Movimiento de las Fuerzas Armadas para la transición que estaba formado por militares y civiles, además de por políticos socialistas, socialdemócratas y comunistas que fueron reincorporados de inmediato a la vida pública. Spínola se convirtió en el primer presidente tras la dictadura. Pero duró poco.

Primeros ministros y presidentes de la República en Portugal tras la Revolución de los Claveles (1974 - 1983)
Primeros ministros y presidentes de la República en Portugal tras la Revolución de los Claveles (1974 - 1983)

Cuatro meses después de jurar el cargo, en septiembre, descontento por los tintes izquierdistas que estaba tomando la junta, a su vez sacudida por las escisiones que estaban emergiendo dentro del Movimiento, dimitió. En marzo del año siguiente, planeó un golpe militar que fracasó y le obligó a huir a España. Ese sería uno de los muchos bandazos que daría Portugal en el año después de la Revolución de los Claveles, en los que el país vio formarse cinco gobiernos interinos. Es el periodo de crisis política, económica y social que se conoce como Proceso Revolucionario en Curso (PREC).

La calma llegó tras el frustrado intento de golpe de la izquierda militar en noviembre de 1975, con la promulgación de la Constitución portuguesa y la celebración de elecciones legislativas en primavera de 1976. Desde entonces, la alternancia entre la principal formación de centro-izquierda, el Partido Socialista (PS), y la de centro-derecha, el Partido Social Demócrata (PSD), ha dominado la joven democracia portuguesa.

Primeros ministros y presidentes de la República en Portugal entre 1984 y 2024
Primeros ministros y presidentes de la República en Portugal entre 1984 y 2024

Unas dinámicas que ahora se ven amenazadas por la irrupción de la ultraderecha, que se ha hecho con la llave de la gobernabilidad. Y aunque en el escenario actual Luís Montenegro, el líder del PSD (ganador, por los pelos, de las últimas elecciones), ha decidido mantener un cordón sanitario a los ultras, Portugal se adentra en un ciclo de incertidumbre justo cincuenta años después de que la Revolución de los Claveles tomase las calles.

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Metodología

Las fuentes principales con las que se ha elaborado este reportaje visual son los libros Abril es un país. Los heroísmos desconocidos de la Revolución de los Claveles (Tereixa Constenla, Tusquets, 2024), La increí­ble historia de António Salazar, el dictador que murió dos veces (Marco Ferrari, Debate, 2022) y Mojar la pólvora: La historia de la UMD y la Revolución de los claveles (Alfonso Domingo, La esfera de los libros, 2024).

También se han consultado las páginas web y las bases de datos de la Associação 25 de Abril y del diario portugués Público. Asimismo, se han consultado varios artículos académicos como Sánchez Cervelló, J. (2010). “Características del régimen salazarista”. Studia Historica. Historia Contemporánea, 21 y Melo de Carvalho, P.L. (2009). "O Movimento dos Capitães, o MFA e o 25 de abril: do Marcelismo à queda do Estado Novo". [Trabajo de Fin de Máster]. Universidad Lusófona de Humanidades y Tecnologías.

Las imágenes multimedia utilizadas proceden principalmente del archivo de Alfredo Cunha y Eduardo Gageiro, la plataforma Casa Comum y el propio archivo de EL ESPAÑOL.

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